La eficiencia del oxígeno como agente terapéutico quedó en evidencia cuando en 1931 el Dr. Otto Warburg ganó el Premio Nobel al probar que los virus (anaeróbicos) no pueden existir ni proliferar en un ambiente con altos niveles de oxígeno.
El ozono (O3) y el PH (H2O2), son las sustancias más simples para oxigenar eficazmente el cuerpo y sus mecanismos de acción son similares: al ingresar al organismo, ceden el átomo extra de oxígeno, generando un ambiente rico en dicho elemento. Además del uso medicinal, el ozono se usa desde hace un siglo como purificador del agua para consumo, dado que elimina bacterias y virus. Embotelladoras de agua e industrias alimentarias lo utilizan para proteger y purificar alimentos. Mientras que el ozono requiere administración médica o un equipo para ozonizar el agua, el PH (agua oxigenada) es la forma más sencilla para oxigenar caseramente el organismo.
